sábado, 7 de agosto de 2010

24h (17.8.08)

Apprivoiser le néant. Tarea difícil.
No hay nada a horas del pueblo. Nada. Maíz, vacas y árboles de navidad. Mas encontré un café. Lo siento Gramsci, pero iré a los restaurantes en cadena hasta que conozca el área (lo cual debe tomar quince minutos en carro y un día a pie). Conocí a los vecinos. El de filosofía, alas, se limpia la sal del maní de las manos con el sofá de la sala. El de estudios latinoamericanos fue a España de intercambio (¡!). Ambos cursan su primer año de leyes. Su compañero de cuarto hace su segunda maestría en ecología y robó un calabacín del huerto de los otros residentes. Los primeros aún hablan de emborracharse como su única meta académica. Tendré una apuesta conmigo misma para ver cuál de los dos se resigna el primero a estudiar a fuerza de café y té. Por ahora, creo que será el de estudios latinoamericanos.
La universidad es tres o cuatro veces la UPR. También es tres o cuatro veces el pueblo. A partir de ella se organiza el sistema de transportación y comercio. Dos Wal-Mart, dos Starbucks, dos Taco Bell, un Arbys y un Kinkos. La aislación sólo crea deseos un tanto masoquistas de tener una tonelada de trabajo para hacer cualquier salida imposible… Y pensar que llegué a extrañar un poco la vida comercial norteamericana; pero esto es ridículo.
Por ahora, el campus está vacío. Aún es temprano y los estudiantes van llegando poco a poco. A lo que llegan me entretengo asustándome por varias cosas. El profesor más mediocre que tuve era graduado de esta universidad. La mitad de los residentes de mi área son matrimonios jóvenes con niños. La licorería cierra a las siete de la noche. Los letreros y paradas están excesivamente orientados para los meses fríos. La ciudad más cerca queda a tres horas en el carro que no tengo. Finalmente, puede que me quede sin cosas por contar.
….
Aunque al final de día me canso del pesimismo. Me alegra que las hojas ya tienen pecas, que tenía un mensaje en la pizarra de la puerta al llegar a casa y que mi compañera de apartamento cocinó curry coreano y pude comer con palillos, lo cual siempre es divertido. Además, he bebido demasiado café como para poder deprimirme. Finalmente, confieso que me entretiene el hiperbólico espíritu universitario del sitio. Existe una mostaza Penn State, un helado sabor Peachy Paterno y ropa de perros y cepillos de dientes con el sello de la universidad. Siempre hay algo cómico en lo absurdo. 

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