jueves, 16 de julio de 2009

Transición/ Julia de Burgos



Sin entradas particulares. Sin más.
D.

Poema para las lágrimas

Como cuando se abrieron por tus sueños mis párpados,
rota y cansadamente, acoge mi partida.

Como si me tuvieras nadando entre tus brazos,
donde las aguas corren dementes y perdidas.

Igual que cuando amaste mis ensueños inútiles,
apasionadamente, despídeme en la orilla...

Me voy como vinieron a tus vuelos mis pájaros,
callada y mansamente, a reposar heridas.

Ya nada más detiene mis ojos en la nube...
Se alzaron por alzarte, y ¡qué inmensa caída!

Sobre mi pecho saltan cadáveres de estrellas
que por ríos y por montes te robé, enternecida.

Todo fue mi universo unas olas volando,
y mi alma una vela conduciendo tu vida...

Todo fue mar de espumas por mi ingenuo horizonte...
Por tu vida fue todo, una duda escondida.

¡Y saber que mis sueños jamás solos salieron
por los prados azules a pintar margaritas!

¡Y sentir que no tuve otra voz que su espíritu!
¡Y pensar que yo nunca sonreí sin su risa!

¡Nada más! En mis dedos se suicidan las aves,
y a mis pasos cansados ya no nacen espigas.

Me voy como vinieron a tu techo mis cielos...
fatal y quedamente, a quedarme dormida...

Como el descanso tibio del más simple crepúsculo,
naturalmente trágico, magistralmente herida.

Adiós. Rézame versos en las noches muy largas..
En mi pecho sin lumbre ya no cabe la vida...

Rompeolas
Voy a hacer un rompeolas
con mi alegría pequeña...
No quiero que sepa el mar,
que por mi pecho van penas.

No quiero que toque el mar
la orilla acá de mi tierra...
Se me acabaron los sueños,
locos de sombra en la arena.

No quiero que mire el mar
luto de azul en mi senda...
(¡Eran auroras mis párpados,
cuando cruzó la tormenta!)

No quiero que llore el mar
nuevo aguacero en mi puerta...
Todos los ojos del viento
ya me lloraron por muerta.

Voy a hacer un rompeolas
con mi alegría pequeña,
leve alegría de saberme
mía la mano que cierra.

No quiero que llegue el mar
hasta la sed de mi poema,
ciega en mitad de una lumbre,
rota en mitad de una ausencia.

domingo, 12 de julio de 2009

Una vida ordinaria

De madrugada se me antoja una vida ordinaria. Una en la cual no sea muy hispana en los nortes o muy cosmopolita para la islita. Una con emisoras locales y anuncios conocidos. Sin análisis, sin pretensiones. En un solo idioma. En un solo lugar. Una sin amistades cuya única prueba de supervivencia sea alguna tela traslúcida y cibernética. Una vida más concreta. Porque el tiempo apenas se cuenta en intervalos de un año. Y de momento se está más viejo. Pero se llega habiendo dejado pedazos en distintas partes, lo cual tiene todo de poético y nada más. Una vida daltónica donde no se vea el verdor del patio al otro lado.