sábado, 30 de abril de 2011

Godard. Artaud. Michaux.


He decido adoptar una locura temporera. Cerca de los veinticinco años, me parece que es buen momento para el cambio. No sé hasta cuando. Hasta la crisis de media edad, cuando me deba preocupar la pesadez. O puede que me canse al final de la temporada y retome la cordura en verano… En otoño. Aunque nunca me ha convenido en el extranjero.
El problema es que una locura voluntariamente asumida me parece la cosa más cuerda. Entonces, se vuelve irrefutable. Innegable, no porque se demuestre, sino porque una vez se declara es tan dudoso serlo, como no serlo. Un ejercicio de lógica para el que se interese en enredarse. De sociología para el que no necesite conclusiones. O, incluso, de cualquier ciencia exacta para el que lo quiera ilustrar en una tablita sin uso práctico.
Lo cierto es que luego de un año semejante, me he cansado de aburrirme. Entonces, he decido, en lugar de enloquecer por aburrimiento, hacerlo por razones heurísticas.