Y qué si cuando salga del cuarto dicen por el noticiario que han comprobado su (in)existencia. Qué si me he vuelto famosa y todo el mundo se entera de mi segundo nombre. O si el piso cansado se ha ido. Qué si, finalmente, digo todo…
En tal caso, no pensaría verdaderamente durante mis ratos de ocio forzados en salas de espera y sólo simularía leer en el cliché de alguna silla, aunque con una nomenclatura útil. Tal vez, eso sea todo.
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