De madrugada solamente.
Había una pareja española en la tienda hoy. Tony, Tommy, Johnny, Baloney. Para los locales, era obvio que la temperatura era modificada para vender abrigos que sólo se usan en bibliotecas (o para ir de compras a tiendas similares donde se compran abrigos para volver a ésta). Mis amigos peninsulares, vestidos de pantalones cortos, traje de playa blanco y sandalias, no parecían darse cuenta de los grados de menos. Me entretuve a la entrada jugando con el paraguas, identificando abrigos de algodón, de poliéster, de ovejas radioactivas y orugas desposeídas.
25ºC
Debí haberme comprado un abrigo.
Y en el frío invernal caribeño, me despido, Sr. Aristóteles; ha sido la suya una lectura innecesariamente larga. Y a mis amigos teóricos, ¡que les vaya bonito! Que sus navidades sean tan escapistas como las mías, con menos nieve artificial y más coquito.
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